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El uso de mercurio en Odontología

El mercurio es utilizado en la odontología hace más de un siglo por su capacidad de amalgamar, su bajo costo y su rápida fijación, sin embargo, el mercurio es un metal pesado considerado peligroso debido a que genera afecciones sobre el sistema nervioso central, perturbaciones de comportamiento, trastornos renales, inmunes y sexuales.

El uso del mercurio ha causado diversas tragedias  a través de la historia como la contaminación ocurrida en Japón en 1953, de la cual resulto una enfermedad neurológica conocida como mercurialismo.

El punto de intoxicación fue por alimentos que habían estado en contacto con el metal.

Hace varios años que hay un debate acerca del uso del mercurio en la odontología y la seguridad de las amalgamas dentales para los pacientes, tratándose de demostrar el riesgo ocupacional al cual se encuentran expuestos tanto los dentistas como los asistentes dentales y pacientes.

Actualmente hay protocolos y normas para la manipulación de sustancias peligrosas las cuales minimizan los riesgos, el problema surge cuando no se siguen estos protocolos.

El mercurio es clasificado según su grado de toxicidad, los compuestos orgánicos son más tóxicos que los vapores de mercurio elemental (este el que se usa mayormente en odontología). Los vapores de mercurio son respirados y al pasar al torrente sanguíneo es oxidado, debido a que la tasa de oxidación es más lenta que el tiempo de circulación el mercurio pasa al cerebro, en el cerebro el mercurio también es oxidado y retenido, pudiendo causar neurotoxicidad (ya que aumenta la permeabilidad de la membrana plasmática al calcio).

La inhalación de mercurio por periodos prolongados causa el mercurialismo, los síntomas de este son timidez, depresión, resentimiento a las críticas, dolores de cabeza, fatiga e insomnio.

En Singapur se realizó un estudio en 98 dentistas y 54 practicantes, en este se evaluó la destreza visual motora, la manual, la memoria a corto plazo y la velocidad, además se estudió la concentración de mercurio a la cual estaban expuesto ocupacionalmente, se comprobó que se encontraban expuestos a 0.017mg/m3, y que había una fuerte relación entre la intensidad de la exposición y los efectos observados.

El mercurio puede afectar si es inhalado o por contacto ya sea por la piel o los ojos, debido a esto es que la práctica odontológica se encuentra expuesta al riesgo ocupacional de intoxicación con mercurio.

Desde el punto de vista odontológico se puede decir que el mercurio llega al cuerpo por cinco vías:

  1. Desde la cavidad bucal y nasal llegan vapores de mercurio a la circulación sanguínea y a través de los nervios hacia el cerebro.
  2. Los vapores de mercurio al ser inhalados penetran a los pulmones por las vías respiratorias y de allí pasa al torrente sanguíneo donde se transforma una parte del mercurio oxidándose y formando iones de mercurio. De esta forma es almacenado en órganos como el hígado y el riñón.
  3. Durante la práctica el odontólogo al remover amalgamas de restauraciones antiguas debido al uso de equipos a altas velocidades genera vapor de mercurio el cual puede penetrar al sistema respiratorio.
  4. Al preparar amalgamas pueden derramarse pequeñas cantidades de mercurio en la piel o quedarse en el ambiente y al evaporarse contaminará el área de trabajo.
  5. En diversas investigaciones se afirma que el consumo de pescado y el número de amalgamas presentes en la boca están correlacionadas con la presencia de mercurio en el cuerpo.

Se ha demostrado que no solo los odontólogos y sus asistentes dentales están expuestos a los riesgos del mercurio, sino también sus hogares al llevar el mercurio en sus trajes y zapatos.

En diversos estudios se demostró que las restauraciones realizadas con oro no presentaban un efecto detectable sobre el mercurio mientras que las cerato metálicas aumentaban los niveles de mercurio debido a que tienen más elementos metálicos activos.

El mercurio presente en las amalgamas dentales al encontrarse en su forma metálica es poco toxico, sin embargo este metal se evapora a 25 grados centígrados, considerando que al tomar bebidas calientes la boca puede llegar a temperaturas entre los 40 y 60°C se espera la liberación de mercurio cada cierto tiempo exponiendo al paciente a una exposición crónica.

Diversos estudios han demostrado que los pacientes con amalgamas presentan un 89% más de incidencia en desordenes psiquiátricos.

En Japón se cambió la práctica a rellenos de polímeros plásticos desde 1982, en la ex URSS el uso de amalgamas está prohibido desde 1975 y Suecia lo prohibió desde 1996.

En los países pobres el uso de amalgama resulta conveniente debido a su bajo costo y resistencia. Así mismo las resinas de polímeros representan riesgos para el paciente ya que pueden ocasionar reacciones alérgicas y las resinas de cerámica no tienen tanta resistencia.

Los riesgos ocupacionales causados por el mercurio se pueden minimizar siguiendo las normas adecuadas y ubicando adecuadamente los desechos tóxicos.

Los consultorios han de ser bien ventilados, tanto el odontólogo como su asistente deberán usar guantes y mascarillas. Al final de la jornada se recomienda tomar una ducha (incluyendo el lavado de cabello) y cambiarse la ropa para disminuir la absorción y evitar transportarlo así al hogar.

Las tabletas de selenio también aumentan la excreción de mercurio a través de la orina.

En caso de un derrame accidental el mercurio deberá ser recogido con jeringas y colocado dentro de un recipiente con agua, para evitar cualquier remanente adicional se aconseja limpiar la superficie con azufre en polvo y disponer finalmente según el protocolo para desecho de materiales tóxicos. Los pisos tapizados o alfombrados han de ser evitados pues generan una mayor fricción al tránsito lo que desencadena los vapores tóxicos.

El Instituto de salud y seguridad ocupacional ha desarrollado las siguientes normas para disminuir el riesgo de exposición:

  • Almacenar reactivos en contenedores sellados.
  • Lavarse las manos antes de comer, beber o fumar.
  • Evitar el contacto de los reactivos con la piel.
  • Todos los trabajadores han de estar capacitados acerca de los riesgos en su lugar de trabajo.
  • Prevenir la contaminación cruzada, cambiándose la ropa usada en el centro de trabajo y lavarse con agua u jabón, evitar el traslado de objetos contaminados, lavar por separado las prendas de trabajo.